jueves, 19 de febrero de 2015

En tu vulnerabilidad está tu fuerza



La verdadera valentía para mí, no tiene que ver con “dejar de sentir miedo” ni con resistir y aguantar. Para mí, aquel que es valiente de verdad, es quien puede permitirse que el miedo le acompañe, y puede entrar en contacto con su vulnerabilidad. Mostrarnos frágiles, blandos, no es un signo de debilidad sino de fortaleza interior. Cuando podemos de verdad, aceptar que tenemos miedo, y que no podemos con todo, es cuando honramos a esa parte nuestra más real y humana, y es cuando nos sentimos más libres.

Lo confieso, soy vulnerable

Algunas personas en mi consulta me dicen que llorar es de débiles, que mostrarse frágil, es algo que no se pueden permitir porque entonces se sentirían expuestos. Vivimos en la cultura del esfuerzo, de la valentía, del “no hay que sentir esto” o “del miedo está mal”. Se nos dice constantemente “tienes que ser fuerte”. Y yo me pregunto, ¿qué quiere decir ser fuerte? ¿No será acaso una fachada y un escudo que nos ponemos para aparentar fuerza, cuando en realidad por dentro estamos “muertos” de miedo?

Lo confieso soy vulnerable, ¡y a mucha honra señores! Muchas veces tengo miedo de que las cosas no salgan bien, me muestro y me permito sentirme frágil. ¿Por qué? Porque no soy super woman, ni de piedra, ni mucho menos impermeable. Cuando me doy cuenta que siento miedo, tengo dos opciones, dejar que el miedo me paralice, y no actuar, o actuar teniendo presente a ese miedo y a esa fragilidad, y aún así, salir a la calle igual, tener esa conversación que me cuesta tanto, hablar con mi familia etc.

La vulnerabilidad tiene mil caras pero solo dos opciones, aceptarla o esconderla en forma de fuerza y orgullo. Sentirnos vulnerables, nos descoloca y nos ayuda para prepararnos hacia el cambio.

En la vulnerabilidad está nuestra fuerza

Vivir es arriesgarnos, y arriesgarnos es exponernos al dolor. Cuando realmente podemos reconocer nuestra fragilidad interna, es cuando más vamos a sentirnos empoderados de fuerza. Pero no una fuerza anestesiada por un escudo, no una fuerza falsa, si no una fuerza genuina, auténtica, que conecta con nuestro potencial, con nuestras posibilidades y nuestras capacidades.

Aceptar nuestra vulnerabilidad nos prepara para la vida, porque de donde más podemos aprender es de nuestras heridas, y dolores. Abrazando nuestra vulnerabilidad nos liberamos y nos damos la opción de elegir qué tipo de transformación queremos hacer.

En definitiva, cuantas más caras podamos explorar de nosotros mismos, más opciones vamos a tener para elegir. Lo que nos hace frágiles también nos hace fuertes.

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