Este es una condensación del famoso libro de Roberth Fisher, que hace en el libro El regalo de sí mismo, José Ramón Urbieta.
Sería recomendable, que cada uno identifique de qué están hechos su armadura, su espada, su yelmo, su peto, su caballo...: ¿De silencio, de reproches, de gritos, de pasotismo, de prisa...?
E incluso que anotase en una tabla, similar a la que se enlaza abajo del todo, qué parte del caballero ha descubierto en el día, o si ha llegado a quitarse alguna, y cómo lo ha conseguido (con un beso, con un elogio, mordiéndose la lengua, andando más despacio...)
Había aprendido a cambiar poco a poco:
La armadura, por la ternura.
La espada, por el abrazo.
El yelmo, por el beso.
El peto, por el juego.
El caballo, por el sosiego.
La vanidad, por la verdad.
La agitación, por el silencio.
El orgullo, por el reconocimiento.
La amenaza, por el respeto.
El sufrimiento, por la alegría.
La lucha contra el dragón más mortífero,
Por recuperar su interior para el amor.
-¡No puedo!
Él confió en la voz de la Vida.
Entonces, muy despacio, levantó los talones de sus pies… alzó sus manos y sus brazos… dio un pequeño paso…
Y comenzó a volar.
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