domingo, 17 de noviembre de 2013

¿Cómo reconocer a una persona depresiva?


Lo primero que perciben las personas que están cerca de una persona con depresión es una transformación de su manera habitual de ser y de comportarse. La ocupación por las cosas cotidianas, economía, trabajo, hijos, pareja, etc., ahora se convierte en una pre-ocupación excesiva que está impregnada de fantasías catastrofistas que, irremediablemente, la conducen a un pesimismo férreo. La persona se percibe a sí misma y todo lo que la rodea desde la premisa de la ruina y el desastre, de manera que la falta de esperanza va ganando cada vez más espacio hasta hacerse la dueña de su sentir más profundo.

Lo primero que percibe el entorno de un depresivo. Frecuentemente el depresivo se aísla, se encierra en su mundo, no comunica porque no tiene palabras para describir ese espacio vacío que le habita. Le pedimos que nos explique, pero no puede precisar. Cuando habla, lo hace con un discurso empobrecido e impreciso que la mayoría de las veces no logramos entender.

En otras ocasiones, pueden aparecer reacciones agresivas y hostiles que pueden acompañarse de la desconfianza que les producen los delirios de persecución o perjuicio. En estos casos, es muy conveniente no confrontar ni tratar de que “entre en razón”, no lo lograremos; es más, estamos provocando que se agudicen sus delirios y la hostilidad se recrudezca contra nosotros.

La convivencia con la persona deprimida es mortificante para los que le rodean porque irradia pesimismo, está tan convencido de que sus fantasías catastrofistas son ciertas, que las transmite con total convicción, angustia y desesperanza y es que para el depresivo “todo está consumado”. Lo que fantasea como ruinoso, para él es ruinoso, así que los intentos de las personas cercanas para hacerle ver una realidad diferente, seguro que más objetiva y realista, son infructuosos y frustrantes y, sobre todo, para el depresivo no funcionan.

Es complicado estar cerca de ese mundo oscuro y desconocido, sentimos tanto dolor que urgimos a la persona deprimida a que se ponga bien lo antes posible y nos libere de nuestra angustia. De esa manera no le ayudamos, al contrario, cuando una persona está deprimida y se siente urgida a sentirse bien, estar alegre y sentir entusiasmo se hunde todavía más, porque coloca sobre sí el peso de la frustración y la tristeza del otro junto al temor de ser rechazado por no cumplir con sus expectativas, entonces cae en picado y añade los sentimientos de culpa e incapacidad a ese popurrí de sentimientos desordenados que la mantienen encerrada y atrapada en el estado depresivo.

Aprender a sostener la tristeza, las lágrimas, la amargura que siente el deprimido sin intentar que cambie nada, es la mejor manera de estar cerca del que sufre.


ALGUNOS DATOS QUE NECESITAMOS SABER

La persona depresiva se vuelve inestable, varían sus hábitos cotidianos y es necesario saber las distintas formas que pueden adoptar para poder comprenderlos.

Lo primero que percibe el entorno de un depresivo. Puede presentar cambios de humor a lo largo del día. En unos momentos puede parecernos que está más animada, sin embargo, en unas horas puede manifestar crisis de llanto y angustia sin motivo aparente.

Generalmente se produce un empeoramiento de la sintomatología depresiva por la mañana, encontrando mejoría por la tarde. Hay personas que pasan de sentirse atormentadas por la mañana, sin ganas de levantarse ni comer ni hablar con nadie, a ir normalizándose conforme avanza el día. Sin embargo, este proceso puede darse en sentido inverso, por la mañana el estado es de aparente normalidad produciéndose un empeoramiento conforme se acerca la noche.

Generalmente este empeoramiento tiene que ver con la dificultad para dormir que supone un verdadero calvario para la persona, ya que a esta alteración del sueño, que en sí misma es incómoda y molesta, se une la rumiación mental sobre aspectos que se perciben como catastrofistas. Las noches pueden llegar a ser terroríficas para el depresivo y para las personas cercanas. El trastorno del sueño que acompaña a la depresión tiene diferentes modos de manifestación, puede encontrar dificultad para iniciar el sueño o, si logra dormir pronto, puede tener despertares irregulares e intermitentes. En todos los casos, se interrumpe el ciclo del sueño por lo que irá acumulando cansancio. El acompañamiento en esta angustiosa fase supone de gran importancia y valor para el depresivo.

Puede producirse también un empeoramiento en los cambios de estaciones, durante los tránsitos del otoño al invierno o de la primavera al verano. En el caso de las mujeres, también se puede agravar durante el ciclo menstrual.

Saber que estas variaciones forman parte del proceso depresivo nos puede ayudar a comprender los ritmos y no sentirnos perdidos y desconcertados.

MARÍA GUERRERO ESCUSA

Psicóloga, profesora de la Universidad de Murcia y colaboradora de AVIVIR, la revista del Teléfono de la Esperanza

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