¡¡…Y ahora encima viene la Navidad!!
Últimamente ya empiezo a oír esta frase con frecuencia y es
que para muchas personas en duelo, para las familias que echan en falta a sus
familiares fallecidos en estas fechas, las Navidades se convierten a veces en
un auténtico calvario.
Independientemente de nuestras creencias, todos acabamos en
estas fechas rodeando una mesa, junto a la familia intentando que todo sea
alegría y felicidad. Pero lejos de esto, lo que de verdad ocurre en algunos
casos es que existen dificultades para reunir a determinados miembros de la
familia, muchas veces por conflictos y disputas y en otros casos son veladas en
las que saltan chispas. Pero lo que ocurre más frecuentemente es que estas celebraciones
nos recuerdan a los que faltan, a esas personas que nos gustaría que estuvieran
allí y que por desgracia, sabemos que no volverán a compartir con nosotros otra
Navidad.
Con todo esto, es normal que en muchas familias se viva con
estrés y ansiedad la llegada de estas fiestas navideñas porque en vez de
conectar con la alegría y la felicidad, se conecta con la añoranza, la tristeza
y el dolor que nos causa la falta de nuestros seres queridos.
Cuando una persona ha perdido a un ser querido y más aún
cuando esta pérdida ha sido reciente no es de extrañar que uno no tenga ganas
de nada, ni de comer, ni de reunirse, ni de preparar ningún tipo de fiesta.
Pero todos nos sentimos presionados por la sociedad y el entorno, aun sin ser
creyentes, porque de una forma u otra, cada familia con sus creencias, cada uno
con sus valores, se acaba reuniendo en Navidad.
En definitiva, debemos construir una nueva Navidad, tal y
como menciona Alba Payás en su artículo “Es Navidad y hay una silla vacía”
donde nos da estos consejos:
- “Hacer una reunión familiar antes de que lleguen las fechas”, y convocar a toda la familia abierta (incluidos niños y mayores, y personas significativas de la familia). Y en esta reunión hablad de lo que cada uno siente, de lo que os gustaría hacer, de lo que no. Y de cuáles son vuestras diferentes opciones, porque quizás podáis hacer algo diferente. Ya sólo el hecho de organizar esta reunión, tendrá un gran valor terapéutico, y será un esfuerzo grande, pero seguro que reconfortante, y por otro lado el resto de la familia conocerá cuáles son vuestros sentimientos.
- “Repasad los rituales de vuestra familia”, y que cada uno manifieste su deseo de cómo le gustaría que este año fuesen.
- “Buscad una manera simbólica de recordar a la persona fallecida a lo largo de las fiestas”. Alba Payás sugiere aquí “Marcad los momentos para recordar de forma clara… antes de empezar la comida… en el momento de abrir los regalos”, para hablar de la persona fallecida.
- “Hablad de las cosas que haréis con los niños, tenedlos en cuenta”. Siempre hemos dejado a los niños fuera en los temas de la muerte, pero son parte de la familia. Y les estaremos dando un ejemplo para su vida futura. En caso contrario, no entenderán nada, pero sí sentirán el dolor y la tristeza. Lo que les provocará muchísima angustia al no conocer el origen del mismo, y ésto les genera muchísima confusión.
Tener en cuenta estos consejos de Alba Payás, una magnífica
profesional y figura referente en este campo, seguro que os ayuda a saber qué
hacer ahora que se acercan estas fechas a veces tan temidas.
Deseo que cada uno viva estos momentos como le apetezca
vivirlos. Permitíos el estar tristes y poder manifestarlo, compartidlo en la
medida en que podáis pero también permitíos momentos para disfrutar y estar
alegres si así os surgen. Ser conscientes de cada momento y elegid. Deseo que
seáis libres para decidir como queréis “esta nueva Navidad”.
Tenemos derecho a recordar a nuestros bebés, hijos, madres,
padres, hermanos, tíos y amigos que ya no están con nosotros físicamente pero
están en todas las experiencias vitales que compartimos con ellos y que
determinaron parte de lo que somos hoy. Y tenemos derecho a sentir y poder
expresar a nuestra manera todo lo que su ausencia nos provoca.
Cada Navidad será diferente, porque iremos elaborando
nuestro duelo, iremos transformándonos como personas y en este proceso tenemos
un mundo infinito de nuevas formas de relacionarnos y seguir amando a todas
aquellas personas que físicamente hoy ya no están con nosotros.
Elijamos cómo queremos vivir nuestra Navidad, pero dándonos
cuenta, poniendo conciencia a nuestras decisiones, no por huir, no por
aferrarnos, no porque sea lo que nos dictan los que nos rodean, sino porque sea
nuestra única y personal forma de manifestarnos y encontraremos nuevas formas
de vivir estas fechas alejándonos del temor que en ocasiones nos producen.
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