La psicóloga Ciara Molina, creadora del proyecto Psicóloga
emocional, explica las claves para saber si estamos fatigados emocionalmente y
qué debemos hacer para intentar prevenirlo y solucionarlo.
La fatiga en sí misma es un cansancio extremo o debilidad
generalizada que se puede manifestar tanto de forma física como emocional. La
física suele aparecer a medida que va avanzando el día, debido al cúmulo de
tensiones a las que exponemos a nuestro cuerpo, en cambio la emocional es más
perceptible en la mañana.
Quién no ha pensado alguna vez, al sonar el despertador:
“sólo de pensar todo lo que me queda por delante ya me hace sentir cansado; no
me encuentro con ánimo de batallar con los demás hoy; siento que por más empeño
que le pongo a lo que hago no me cunde como quisiera, etc.”. Este tipo de
manifestaciones son consecuencia de la fatiga emocional.
Se trata de un cansancio emocional o agotamiento que suele
venir asociado con sentimientos de angustia, estrés y depresión. A un nivel
elevado se presentan problemas de atención y la sensación de que los
pensamientos se van ralentizando cada vez más.
Pero, ¿es posible combatirla?, o lo que es más importante
¿la podemos prevenir para que no llegue a asediarnos? La respuesta es sí.
Veamos cómo lo podemos hacer:
La mejor prevención siempre será aprender a gestionarnos
emocionalmente de una manera saludable. ¿Eso cómo se hace? Cogiendo como guías nuestras
propias emociones. Éstas nos servirán de brújula, mientras que las de
sensaciones positivas nos indicarán que vamos por el camino adecuado, las de
sensaciones más molestas nos dirán que algo debemos cambiar para acercarnos al
equilibrio que buscamos. ¿Por qué fijarnos en las emociones y no en el
pensamiento? Ninguno son excluyentes, pero mientras que el pensamiento es algo
que nos puede engañar, ya que ejercemos cierto control sobre él mediante
nuestro sistema de creencias, las emociones se sobrevienen en nuestra mente de
manera abrupta, son innatas. Yo no elijo de quién me enamoro, simplemente me
enamoro. ¿Y por qué hablamos de sensaciones emocionales positivas o negativas y
no de emociones positivas o negativas sin más? Porque todas las emociones son
positivas, otra cosa es que sean agradables o no, pero todas nos están
queriendo decir algo. Nuestro deber es averiguarlo.
Dicho esto, ¿cómo combatimos la fatiga emocional cuando ya
se ha convertido en nuestra compañera de viaje?
1. El primer paso siempre será reconocerla. Podemos pensar
que no hay un motivo aparente, pero lo hay. Todo es consecuencia de algo: una
decisión, un pensamiento, una mala gestión del tiempo, etc. Ejemplos que la
desencadenan: preocupación excesiva, asuntos sin resolver, desorden mental,
discusiones diarias, problemas en el trabajo a los que no se les ve salida,
relaciones tóxicas, etc.
2. Una vez identificamos el origen de tal fatiga entonces
nos tenemos que enfrentar a ella, una buena manera de hacerlo puede ser:
- Calmar la mente. Ayudémonos de ejercicios de respiración,
meditación, mindfulness, etc. Este tipo de ejercicios bajan el ritmo cardíaco y
con ello nos empieza a invadir una sensación de paz y relajación muy
placentera.
- Dormir las horas suficientes. El ciclo del sueño no se
puede ver alterado porque si no se desregula nuestra mente. Se necesitan
ciertos hábitos diarios y dormir al menos ocho horas.
- Hidratarnos bien. El agua es como la gasolina de nuestra
mente. Beber dos litros al día y veréis que os sentís más serenos. Yo siempre
recomiendo beberse al menos un buen vaso de agua nada más levantarse, ya que al
llevar tantas horas durmiendo el cerebro está menos oxigenado, de este modo lo
ayudaríamos a despertar de una forma mucho más activa y beneficiosa para el
buen funcionamiento de los patrones mentales.
- Realizar ejercicio físico ayudará a eliminar toxinas y
generará endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad.
- Aprender a establecer prioridades. No se puede abarcar
todo a la vez, establecer una lista de pequeñas metas alcanzables y abordarlas
de una en una, favorecerá el aumento de la confianza al sentirnos reconfortados
cada vez que vayamos consiguiéndolas.
- Hay que saber decir no, establecer límites. Debemos ser el
centro de nuestra vida, ni otras personas, ni el entorno, nosotros. ¿Nos
convierte esto en egoístas? Por supuesto que no, para estar bien con los demás
debemos primero estar bien con nosotros mismos.
- Comunicarnos asertivamente, es decir, decir lo que
pensamos y sentimos sin caer en conductas sumisas o reproches. Una buena
comunicación es la solución a muchos malestares emocionales. Como digo en mi
libro Emociones expresadas, emociones superadas, dejemos fluir las emociones.
Merece la pena intentarlo, ¿no creéis?
Ciara Molina
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