Todas las parejas tienen uno o varios asuntos especialmente
sensibles, que ambas partes reconocen como delicados, y no todas los afrontan
como debieran
Por mucho que quieras a tu pareja, y por muy bien que
funcione la relación, seguro que hay asuntos sobre los que no estáis de acuerdo
o en torno a los que las peleas son muy frecuentes. Algunos matrimonios
discuten más por el dinero, otros por el sexo, otros por las tareas del hogar…
Todas las parejas tienen uno o varios asuntos especialmente sensibles, que
ambas partes reconocen como delicados, pero no todas los afrontan de la misma
forma. Hay quienes se pasan el día discutiendo sobre lo mismo, sin llegar a una
solución, y hay quienes sencillamente evitan a toda costa hablar del tema. La
mala noticia, es que ninguna de estas opciones es saludable.
Siempre se ha dicho que la honestidad es la clave de una
relación sana, y es cierto, pero tampoco es bueno pasarse con ésta. Como
explica Carlin Flora en Psychology Today, la sinceridad total no siempre es la
mejor opción: “Cuando se trata de discutir los temas calientes de una relación,
el cómo, el cuándo, el por qué e, incluso, la manera en que te expresas, son
críticos para que la conversación sea fructífera y, en definitiva, para que la
relación sea satisfactoria. Hazlo bien y fortalecerás tu relación y tu
bienestar. Hazlo mal, y colocarás un doloroso obstáculo entre la persona que
amas y tú”.
Ojos que no ven, corazón que no siente
En un mundo ideal todos seríamos transparentes con nuestros
seres queridos, pero hasta en las relaciones más sanas y satisfactorias se
evita hablar de ciertos temas. En ocasiones, lo más inteligente para una pareja
es evitar las situaciones que pueden ser perjudiciales para ésta. Y si se hace
de forma inteligente no hay nada malo en ello. “No todos los pequeños detalles
tienen que discutirse con la pareja”, explica la profesora de comunicación de
la Chapman University en Orange Jennifer Bevan. “¿No quieres ir a ver una
determinada película? Bueno, de eso va el compromiso. Eso significa estar en
una relación”.
El esfuerzo que tenemos que hacer para ocultar una
preocupación a nuestra pareja provoca ansiedad y estrés, algo que no sólo puede
minar nuestra relación, sino también nuestra salud.
La excesiva sinceridad ocasiona discusiones constantes –que
por triviales que sean, minan el bienestar de la relación–, pero puede suplirse
con privacidad. ¿Hay algo que a tu pareja no le gusta? Hazlo cuando no esté.
Todos necesitamos nuestro propio espacio. La intimidad es la única manera de
proteger nuestra identidad y la de nuestra pareja.
Dicho esto, no siempre es bueno evitar el conflicto. En
ocasiones, el hecho de que estemos empeñados en esquivar determinadas
conversaciones es más pernicioso que aquello que se va tratar en esta. Y lo
cierto es que, si hay demasiadas cosas que somos incapaces de tratar con
nuestra pareja, es que la relación no va por buen camino. Máxime si estas son
importantes. El esfuerzo que tenemos que hacer para ocultar una preocupación a
nuestra pareja provoca ansiedad y estrés, algo que no sólo puede minar nuestra
relación, sino también nuestra salud.
La conversación perfecta
Cuando tengamos que tratar un tema delicado con nuestra
pareja debemos tener en cuenta los objetivos de la conversación. Sí, solucionar
el problema o asunto en sí por el que iniciamos la charla es uno de ellos, pero
además esta tiene que servir para que ambos reforcéis vuestra identidad (si
tratas de exigir algo, o subyugar a la otra persona, te irá muy mal), y vuestro
vínculo afectivo. Una conversación delicada en la pareja no es sólo un tránsito
del punto A o B, está repleta de signos verbales o no verbales que pueden
fortalecer o dañar la relación. Y es algo que hay que tener muy en cuenta.
Estos son las cuestiones que, según Flora, debemos
plantearnos antes, durante y después de tratar un tema serio con nuestra
pareja, para que la conversación resulte satisfactoria para ambas partes.
1. Piensa por qué quieres tratar el tema
Antes de abrir la boca piensa bien de qué quieres hablar y
por qué quieres hacerlo. Antes de discutir, clarifica tus ideas y hazte una
pregunta: ¿quieres hablar sobre el asunto por tu propio bien o por el bien de
la relación? Si la discusión no va a aportar nada a la relación, quizás debas
evitarla.
2. Asegúrate de si merece la pena
Siempre que afrontamos una conversación delicada con la
persona que amamos nos preguntamos si será peor el remedio que la enfermedad. Y
es una pregunta lógica. Pero no siempre podemos pensar que no merece la pena.
Si no hablas de cosas importantes con tu pareja de vez en cuando os iréis
alejando de forma irremediable.
3. Haz una prueba
Una buena idea para tratar un tema espinoso es hacer
aproximaciones antes de echar la carne en el asador. Puedes, por ejemplo, sacar
el tema que quieres tratar hablando de una tercera persona (“Mi amigo Fran ha
sido infiel. Pero está arrepentido. Me da un poco de pena…”) Así verás qué
opina tu pareja sobre el asunto y valorar si es mejor mantener la boca cerrada.
4. Espera al momento adecuado
Para iniciar una conversación peliaguda debes elegir bien el
momento en que tu interlocutor vaya a estar receptivo. Hazlo cuando estéis
solos, nadie os vaya a molestar y el clima sea distendido y agradable. Y sobre
todo…
5. No tengas conversaciones delicadas cuando estés enfadado
El peor momento para mantener una conversación delicada es
justo el momento en el que más veces las mantenemos: cuando estamos enfadados.
Normalmente el proceso es el que sigue: discutimos por un tema trivial, que nos
provoca un enfado y aprovechamos para soltar la artillería pesada. Mala idea.
Si estás enfadado date un paseo, pero aborda los temas importantes con la mente
calmada. Si estamos cabreados es sencillo que digamos cosas de las que luego
nos arrepentiremos.
6. Busca la calidad, no la cantidad
Igual de malo es evitar una discusión como discutir a todas
horas. Una charla productiva es mucho mejor que diez pequeñas conversaciones
que no van al meollo del asunto. Dicho esto, ten en cuenta que una conversación
es un proceso que probablemente lleve a otra conversación. Tampoco pretendas
solucionar todos tus problemas tras estar un rato hablando.
7. Habla por ti, no por el otro
Uno de los errores más comunes cuando discutimos con nuestra
pareja es dar por sentado cosas que piensa la otra persona pero que en realidad
nos conocemos. Habla siempre de lo que tú crees y sientes, nunca de lo que cree
y siente la otra persona, porque eso, sencillamente, no lo sabes. Usa
expresiones como “déjame decirte cómo me siento”, nunca frases del tipo “te voy
a decir cómo eres”.
8. Ponte en su lugar
La empatía es la mejor herramienta con la que contamos para
tratar temas delicados con nuestra pareja. Para saber lo que el otro siente es
necesario que hagamos el esfuerzo de ponernos en su lugar y nos sintamos
responsables de nuestro papel en la situación y los errores que hemos podido
cometer. Sé comprensivo, además, con la reacción que puede tener tu pareja: hay
gente más sensible que otra, y es algo que tenemos que tener muy en cuenta.
9. No te vayas por las ramas
Al iniciar una conversación delicada con nuestra pareja
corremos el riesgo de abrir la caja de Pandora y que empiecen a salir trapos
sucios a diestro y siniestro. En cuanto esto ocurra, echa el freno. No puedes
hablarlo todo a la vez. Deja claro que no es el momento y ve tratando cada cosa
a su tiempo. Si una conversación de este tipo se alarga demasiado ambos podéis
acabar exhaustos y muy enfadados.
10. Rebaja la tensión
La mejor forma de quitar tensión durante una conversación
delicada es ser divertido y hacer bromas. Hay quien puede pensar que esto no
viene a cuento, pero es lo mejor que podemos hacer para enfriar la situación y
ver las cosas con mayor perspectiva. El humor es el mejor antídoto contra la
ira, la frustración, el resentimiento y la tristeza.
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