Se acercan las fiestas y muchos viajarán largos kilómetros para pasar días importantes con la familia. En esta época de largas cenas familiares conviviremos con miembros de la familia en casa y ello suele traer muchos problemas. Es una época así la que nos recalca lo que muchos experimentos ya han encontrado: la gente que más nos molesta e irrita es la gente a la que más queremos y las personas con las que somos más crueles son aquellos a quienes más queremos. Pero… ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué esas personas que tanto amamos son capaces de volvernos locos? ¿Cómo podemos evitarlo? Hoy vamos a verlo.
Los motivos…
Parece ser que la causa principal de tales problemas es la comodidad, el confort que la cercanía entre miembros de la familia brinda. Esta comodidad nos permite mostrarnos tal y como somos en todas nuestras facetas, las buenas y las malas, la familia brinda un amor incondicional que permite que no nos importe o suponga un riesgo mostrar todos esos aspectos negativos que ocultaríamos a otras personas, haciendo que no intentemos ser más agradables y decorar las cosas como haríamos con un extraño. En la familia los miembros se conocen muy bien, se sienten seguros y aceptados pase lo que pase.
La familia es el lugar donde más cómodos nos sentimos mostrando las emociones negativas, lo cual no quiere decir que la familia provoque más estados o emociones negativas que los que pueda crear otra situación, sino que en la familia tendemos a mostrarlos más. De hecho probablemente estas malas costumbres denoten una mayor cercanía en la relación, uno no suele quejarse abiertamente a alguien en el que no confía.
Los estudios también muestran que somos más agradables con desconocidos que con la familia, al fin y al cabo a los desconocidos les debemos crear una imagen buena, en cambio la familia ya conoce la imagen real y además la acepta incondicionalmente.
Cuando te has acostumbrado a vivir solo durante años, la dinámica al volver a casa suele ser igual, o peor, que cuando te fuiste dado que además de los problemas anteriores (los típicos roces y malos hábitos) se suma tu independencia, las rutinas y la comodidad que has adquirido al vivir solo. Vuelves a casa una semana durante las fiestas y debes adaptarte al ritmo de vida de los demás, se desayuna a la hora que quieren tus padres, las actividades están dictadas por otros, no te puedes levantar cuando quieres, etc… Y eso se añade a la facilidad que tenemos para expresarnos de forma negativa con la familia.
No es infrecuente que reaccionemos de forma muy honesta y poco amable con familiares, como probablemente hagan ellos también: Poner los ojos en blanco ante preguntas sobre la vida personal, ignorar preguntas o comentarios, contestar mal, etc… Seguramente luego te des cuenta de que tu madre/tío/hermano/abuela solo intentaba ser amable e interesarse por ti y entonces aparezca la culpa por haber sido poco amable, un cóctel de emociones perfecto para las fiestas.
Otro factor que influye es el peso y el valor emocional que se le dan a los comentarios que provienen de alguien a quien queremos. Si un desconocido te dice que no le gusta tu peinado seguramente te siente mal pero lo ignores, en cambio es muy difícil ignorar una crítica de alguien a quien queremos y amamos, es un comentario que duele más y que se dará por cierto dado que esa persona realmente si nos conoce como para poder emitir un juicio de valor. Cuando esto ocurre nos volvemos inseguros y nos ponemos a la defensiva pues percibimos un ataque de alguien que objetivamente puede hacernos daño emocional. Este tipo de daño emocional suele acabar en una discusión o en devolver directamente la crítica a la otra persona, para hacerla sentir tan mal como nosotros nos sentimos.
Además de todo esto se añade que cuando hay confianza y sabemos lo que siente la otra persona por nosotros tendemos a aprovecharnos, a pedir favores, dejar que la otra persona haga las cosas difíciles o pedirle cosas que no pediríamos a otro. Cuanto más cómodo está uno en una relación menos esfuerzo pone, nos acomodamos y la relación acaba por resentirse, esto se entiende muy bien en las relaciones de pareja y se debe aplicar a la familia también, una relación positiva es muy difícil mantenerla durante largos periodos de tiempo y requiere de un esfuerzo.
Y por último añadimos el factor detonante, el estrés de las fiestas, los regalos, las comidas, los horarios en navidad, los viajes en avión, etc… Todo el estrés y el malestar físico que se asocia a estos eventos suele bajar nuestras defensas o nuestros “controles” internos y acabamos teniendo un peor manejo emocional. El estrés nos vuelve hostiles, agresivos y malhumorados, no hablemos ya si al cóctel emocional le añadimos el alcohol.
¿Qué problemas acarrea esta actitud?
En casi todos los problemas que hemos comentado la persona focaliza su atención en sí misma, y de ahí parte el problema, si uno se centra en sus propias emociones, ve lo que hacen los demás como un ataque a su intimidad, rutina o independencia, lo que ocurre es que reaccionará mal, en cambio si consiguiéramos ponernos en el lugar de la otra persona, en el por qué hace eso, seguramente frenaríamos muchos de los conflictos.
Es cierto que ser honesto, directo y no censurar lo que uno siente indica que la relación es fuerte y estrecha pero no quiere decir que hacerlo sea algo bueno. La expresión de emociones negativas puede llegar a ser disfuncional cuando ponemos nuestras necesidades emocionales por encima del otro (o no las tenemos en cuenta).
¿Qué podemos hacer?
Hay que intentar mantener relaciones sanas y tratar a la familia bien, deberíamos aprender a poner las necesidades del otro por delante de las nuestras. Aunque es muy tentador ser honesto y expresar las emociones que uno siente en este tipo de relaciones tan seguras, hay que tener en cuenta que se corre el riesgo de crear patrones de comunicación disfuncionales que luego son muy difíciles de corregir, además se empeora la relación si lo hacemos continuamente. Puedes hacerlo, sí, pero prioriza primero el bienestar de la otra persona, mostrar las emociones negativas debería ser secundario a eso.
Puedes ser tu peor versión de ti alrededor de la familia y ellos lo aceptarán, saber eso es confortante y liberador, pero no quiere decir que tengas que serlo. Ser la peor versión de ti mismo no va a hacerte sentir mejor ni más feliz y sin duda no es lo que la familia merece. Alguien que acepta tu peor versión de ti, tu lado malo, en realidad se merece tener tu lado bueno y que le muestres la mejor versión de ti mismo.
Si quieres que un encuentro familiar sea positivo la clave está en el intercambio emocional positivo, el compartir experiencias positivas. Uno no puede elegir a su familia pero sí puede elegir como pasa el tiempo con ella.
Utiliza lo que sabes en tu favor, las familias son muy predecibles, si sabes que tu madre se enfada cada año porque a alguien se le olvida traer el hielo, anticípalo y trae tú el hielo, si el abuelo siempre te pregunta que piensas hacer con tu vida y acabáis creando un clima muy negativo, mentalízate el día antes de que ello va a ocurrir y piensa como contestarle para no desencadenar la secuencia de cada año. Puedes pensar actividades para “desconectar” el patrón negativo una vez se ha iniciado, por ejemplo planear paseos en familia, juegos de mesa o tener algún tema alegre en la manga para los momentos difíciles. Intentad introducir rituales positivos en las festividades y congregaciones familiares, por ejemplo rondas de chistes, manualidades para los pequeños, ver fotos familiares, o que los abuelos cuenten historias antiguas sobre la familia.
Si te encuentras desbordado en un momento procura tener alguna técnica de evitación de conflictos familiares, por ejemplo una actividad (cocinar o jugar con los niños) en la que puedas concentrarte unos minutos hasta que se pase la emoción negativa y puedas retomar la interacción de forma positiva, procura no desaparecer porque eso genera más emociones negativas, busca una buena excusa antes de salir de la situación y siempre procura que sea antes de que estallé la discusión.
Piensa en tu conducta en las relaciones familiares, puede que los demás no estén haciendo el mejor trabajo del mundo, pero, ¿Y tú? ¿Cómo te comportas a su alrededor?
MEDCIENCIA
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