Un cumplido sincero, dicho con satisfacción, puede proporcionar tanto placer al receptor que realmente es una lástima que a la mayoría de las personas le cueste tanto hacer algo tan sencillo. Adquiera la costumbre de hacer cumplidos, no los reserve para ocasiones especiales.
Tanto si felicita a un compañero por el buen trabajo que ha
hecho como si le dice a su hija que le encanta el dibujo que ha traído de la
escuela, estará fomentando felicidad y sentido de realización en la vida de la
otra persona. La energía positiva que se desprende del sentido de realización
puede impulsar a una persona a llevar a cabo cosas aún más importantes en el
futuro.
Volviendo de nuevo a la primera sección y al modo en que la
educación y las circunstancias imbuyen en muchas personas el sentimiento de que
son unas fracasadas, al ayudar a los demás a considerarse importantes puede
propiciar la ruptura de un molde negativo que ha impedido el progreso de esa
persona durante años. Y todo por un cumplido sincero.
Por supuesto, es importante que los cumplidos sean sinceros.
El receptor pronto se dará cuenta si el halago es falso y dudará de su
sinceridad (y por con siguiente perderá la confianza en usted), o pensará que
va con segundas intenciones.
Si va a hacer cumplidos a otras personas también ha de aprender
a aceptarlos. Muchas personas tienden a menospreciarse, a sentirse «indignas».
¿Cuántas veces ha oído a alguien responder a un cumplido con un comentario
desvalorizador?
«Hoy te queda muy bien el pelo.»
«Oh, no, me queda fatal.»
Lo único que hace falta es un sencillo «gracias» y una
sonrisa; así, tanto el que dice el cumplido como el que lo recibe estarán
satisfechos.
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