La capacidad de negociar es una de las características esenciales de la persona asertiva. Si el mundo fuera perfecto y todos fuéramos asertivos, la negociación y el compromiso serían mucho más frecuentes.
A fin de poder negociar en cualquier situación, es
importante comprender a la otra persona. Al fin y al cabo tiene tanto derecho a
tener su opinión como usted. Si tiene alguna indicación clara de sus
sentimientos, demuéstrele que es consciente de ellos. Puede decir algo como:
«Ya veo que eso te preocupa» o «Comprendo tu punto de vista». Si no está seguro
de cómo se siente o de cuál es su postura, no tema pedir una explicación.
Pase lo que pase, incluso si la persona pierde los nervios o
se emociona demasiado, conserve la calma. Si se da cuenta de que usted se está
poniendo tenso, concéntrese en relajar los músculos, especialmente los de los
hombros y las mandíbulas, que es donde más rápidamente se acumula la tensión.
Respire profunda y rítmicamente, esto le ayudará a mantener el control.
Si va a negociar, tendrá que hacerlo desde una posición de
fuerza, así que asegúrese de disponer de cualquier prueba que sea necesaria
para respaldar su punto de vista. No permita acusaciones u opiniones superfluas
sobre el tema que se está tratando duran te la conversación. Si la otra persona
se va por las ramas, hágala volver al tema con educación pero con firmeza.
Es posible que llegue a un punto en el que considere
oportuno proponer un compromiso. Esto nada tiene que ver con rendirse o ser
pasivo. No vale la pena ser testarudo si no hay una buena razón para ello, y
probablemente descubrirá que llegar a una solución satisfactoria para ambas
partes era más sencillo de lo que pensaba, sin que sienta que se ha visto
obligado a dar su brazo a torcer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario