jueves, 4 de diciembre de 2014

Aprender a desactivar el miedo


Todos tenemos miedo de algo, es normal, y lo bueno es darse cuenta de que trabaja para nosotros. Sí, a pesar de su mala fama, siempre ha sido un aliado de la supervivencia y trata de protegernos e informarnos de la posibilidad de estar en peligro. Hace que nos pongamos a salvo, huyendo, defendiéndonos o tomando las medidas que creamos oportunas. Pero… la vida no va de sobrevivir, ¡es mucho más! Y en ocasiones nos bloquea y se convierte en un obstáculo.

Puede bloquear con la inacción, que es una forma de huida. Evitamos exponernos y así muchos proyectos, amores o aventuras se quedan sólo en ilusiones por miedo a asumir riesgos. Y no asumirlos por miedo a perder, es no darse la oportunidad de ganar, experimentar y crecer, así que la vida se puede ir marchitando por no usarse. Otras veces, bloquea con conductas agresivas, agredir para no ser agredido, y puede acabar despertando otras emociones y sentimientos como la ansiedad, la vergüenza, los celos o la desconfianza.

Pero, ¿de dónde sale el miedo? Se basa en tres componentes básicos:

1.  Residuos del pasado: una mala experiencia, algo que nos dijeron, algo que creemos y que en muchos casos se aprendió de niños, y que puede que ya no sea un peligro, pero aún así se mantiene, a no ser que uno se esfuerce en actualizar los datos. Y como las experiencias nuevas suponen riesgos, aunque queramos cambiar, podemos acabar acomodándonos en la rutina que ya conocemos, porque da menos miedo que ponerse a prueba y aprender.

2.  Incertidumbre en el presente: lo que no podemos controlar nos hace sentir inseguros y puede acabar distorsionando las experiencias, imaginando más problemas de los que hay.

3.  Valoración negativa sobre el futuro: tememos poder perder y sufrir, y lo irónico es que sufrimos antes de que pase lo temido, incluso, siendo posible que nunca llegué a pasar. Muchas veces, el miedo es algo que imaginamos más que una realidad. Se crea en nuestra mente y se alimenta de no saber, y de no enfrentarse a lo que lo causa, lo que impide saber más y lo mantiene.

¿Qué podemos hacer?

Nadie quiere tener miedo, pero eso no es posible. Todas las emociones tienen su función, pero no podemos conducir un coche sin saber para qué sirven los pedales y eso es lo que pasa muchas veces con las emociones. Nos regalan un coche muy potente, con el que podemos llegar muy lejos en la vida, pero si no lo manejamos bien podemos acabar chocando. El miedo sería el freno y la alegría el acelerador, y no creo que a nadie le apetezca ir en un coche sin frenos… Pero claro, tampoco se trata de no avanzar por pisarlo demasiado.

Si se intenta eliminar o reprimir, se ocultará y complicará más las cosas porque podemos dejar de ser consciente de él durante un tiempo, pero desde su escondite tratará de manipularnos y ni siquiera podremos entender de que tenemos miedo, aunque no podamos dejar de sentirlo. En lugar de luchar contra él puedes hacer lo siguiente:

1. Acepta que es normal tenerlo. Es algo natural, nuestro freno y un aliado para mantenernos a salvo. El miedo es energía, fíjate en lo rápido que puedes correr cuando huyes de algo que te produce miedo. La energía no puede destruirse pero si puede transformarse. Puede transformarse en ira que es la cara agresiva del miedo o en información.

2. Detecta tus miedos y escúchalos para descubrir su mensaje. Obsérvalos y pregúntales de dónde vienen y de qué quieren avisarte. ¿Estás realmente ante un peligro o se trata de una alarma antigua que ya no tiene sentido? El miedo no te obliga a nada, pero te informa y te prepara si cree que has de protegerte. Si crees que el miedo es malo no querrás observarlo, y tratarás de esquivarlo, pero no podrás hacerlo desaparecer y seguirá estando ahí, gritándote para que le hagas caso, o dirigiendo tus pasos desde su escondite.

3. Actúa y afronta tus problemas. Tenemos más capacidad de la que creemos, pero muchas veces no nos permitimos demostrarnos todo lo que podemos hacer. Cuando nos decidimos a hacer algo que tememos solemos descubrir que no era tan grave y el temor se desactiva, pero si crees que no eres capaz de hacer algo, no digas que “es imposible” y di “aún no lo he hecho” porque eso abrirá la posibilidad de que te animes a hacerlo y lo consigas.

El miedo nos da la oportunidad de trabajar nuestros límites y despertar nuestras potencialidades, pero para poder lograrlo has de dejar de verlo como un enemigo.


Yolanda de Miguel

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