jueves, 11 de diciembre de 2014

La fatiga mental


¿De qué se trata?

Simplemente no puedes concentrarte. Dos minutos sobre algo y la mente comienza a volar. Piensas en las cuentas, en las últimas noticias, en el clima. Te das cuenta de que tienes que volver sobre tu tarea, pero, por más que lo intentas, tu atención no termina de estar allí. También puedes tener dolores musculares y dificultades para dormir.

Esos son los síntomas más visibles que un mal contemporáneo que se extiende día a día: la fatiga mental. Se define como una disminución temporal de la eficiencia en las funciones mentales, debida al exceso de trabajo.

El origen de la fatiga

La fatiga mental se origina cuando hay un exceso de trabajo mental en el trabajo. Cuando decimos “trabajo mental” no nos referimos estrictamente a trabajo intelectual. La parte mental también involucra todo el mundo de las emociones, los sentimientos, las actitudes y las costumbres.

Por eso no solamente sufren de fatiga mental quienes se dedican a una labor del intelecto, sino que es una amenaza para cualquier tipo de trabajador. Alguien que se vea obligado a realizar una tarea mecánica y rutinaria puede sufrir de cansancio mental. También una persona que labore en unas condiciones de riesgo o mal clima laboral.

Esto se debe a que para realizar su trabajo tiene que hacer un esfuerzo intelectual, o mantener un control de emociones y tensiones que desbordan su capacidad de respuesta. La carga es demasiado pesada y tolerarla da lugar a que aparezca esta forma de fatiga.

No todos los estados de fatiga mental son ocasionados por el trabajo; a veces se deben a situaciones extra laborales que superar el nivel de lo tolerable. Lo laboral, entonces, es apenas la gota que rebasa la copa.

También es importante aclarar que  nunca la fatiga mental se debe exclusivamente al trabajo. Solo se configura esta condición cuando un ritmo de trabajo demasiado exigente se combina con un estilo de vida poco saludable.

¿Cómo superar la fatiga?

La sensación de fatiga es una señal de alarma a la que debes prestar atención. Indudablemente es un indicador de que es necesario descansar. Mientras una persona sufre de fatiga, su actividad se vuelve más lenta, menos productiva y más estresante. Es muy frecuente que también aparezcan problemas digestivos, irritabilidad y tristeza.

Descansar no significa necesariamente acostarte a dormir, aunque los buenos hábitos de sueño son cruciales para que no aparezca la fatiga. El descanso tiene que ver muy especialmente con la diversificación de las actividades. Alguien que está cansado necesita de ejercicio físico para liberar tensiones. Necesita también de actividades lúdicas, que no le generen ninguna sensación de compromiso.

La fatiga también puede ser el resultado de una mala organización en el trabajo. Quizás es el momento de evaluar la manera como estamos realizando nuestras tareas habituales. ¿Hay algún paso que podemos omitir? ¿Existe alguna manera más sencilla de llegar al mismo resultado? ¿Combinamos adecuadamente los momentos de trabajo y de pausa?

Una buena alimentación ayuda también a salir de los estados de fatiga. En ocasiones, ese mismo cansancio da lugar a inapetencia. También puede que el cúmulo de actividades haga que la comida pase a un segundo plano y nos conformemos con algún bocadillo cada vez que el estómago nos pide comida. Así, regularizar la nutrición y comer sanamente pueden ser de gran ayuda para que nuestro cuerpo resista mejor las exigencias diarias.


Nunca sobra una consulta al médico.

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