Simplemente no puedes concentrarte. Dos minutos sobre algo y
la mente comienza a volar. Piensas en las cuentas, en las últimas noticias, en
el clima. Te das cuenta de que tienes que volver sobre tu tarea, pero, por más
que lo intentas, tu atención no termina de estar allí. También puedes tener
dolores musculares y dificultades para dormir.
Esos son los síntomas más visibles que un mal contemporáneo
que se extiende día a día: la fatiga mental. Se define como una disminución
temporal de la eficiencia en las funciones mentales, debida al exceso de
trabajo.
El origen de la fatiga
La fatiga mental se origina cuando hay un exceso de trabajo
mental en el trabajo. Cuando decimos “trabajo mental” no nos referimos
estrictamente a trabajo intelectual. La parte mental también involucra todo el
mundo de las emociones, los sentimientos, las actitudes y las costumbres.
Por eso no solamente sufren de fatiga mental quienes se
dedican a una labor del intelecto, sino que es una amenaza para cualquier tipo
de trabajador. Alguien que se vea obligado a realizar una tarea mecánica y
rutinaria puede sufrir de cansancio mental. También una persona que labore en
unas condiciones de riesgo o mal clima laboral.
Esto se debe a que para realizar su trabajo tiene que hacer
un esfuerzo intelectual, o mantener un control de emociones y tensiones que
desbordan su capacidad de respuesta. La carga es demasiado pesada y tolerarla
da lugar a que aparezca esta forma de fatiga.
No todos los estados de fatiga mental son ocasionados por el
trabajo; a veces se deben a situaciones extra laborales que superar el nivel de
lo tolerable. Lo laboral, entonces, es apenas la gota que rebasa la copa.
También es importante aclarar que nunca la fatiga mental se debe exclusivamente
al trabajo. Solo se configura esta condición cuando un ritmo de trabajo
demasiado exigente se combina con un estilo de vida poco saludable.
¿Cómo superar la fatiga?
La sensación de fatiga es una señal de alarma a la que debes
prestar atención. Indudablemente es un indicador de que es necesario descansar.
Mientras una persona sufre de fatiga, su actividad se vuelve más lenta, menos
productiva y más estresante. Es muy frecuente que también aparezcan problemas
digestivos, irritabilidad y tristeza.
Descansar no significa necesariamente acostarte a dormir,
aunque los buenos hábitos de sueño son cruciales para que no aparezca la
fatiga. El descanso tiene que ver muy especialmente con la diversificación de
las actividades. Alguien que está cansado necesita de ejercicio físico para
liberar tensiones. Necesita también de actividades lúdicas, que no le generen
ninguna sensación de compromiso.
La fatiga también puede ser el resultado de una mala
organización en el trabajo. Quizás es el momento de evaluar la manera como
estamos realizando nuestras tareas habituales. ¿Hay algún paso que podemos
omitir? ¿Existe alguna manera más sencilla de llegar al mismo resultado?
¿Combinamos adecuadamente los momentos de trabajo y de pausa?
Una buena alimentación ayuda también a salir de los estados
de fatiga. En ocasiones, ese mismo cansancio da lugar a inapetencia. También
puede que el cúmulo de actividades haga que la comida pase a un segundo plano y
nos conformemos con algún bocadillo cada vez que el estómago nos pide comida.
Así, regularizar la nutrición y comer sanamente pueden ser de gran ayuda para
que nuestro cuerpo resista mejor las exigencias diarias.
Nunca sobra una consulta al médico.
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