Hace unos meses, fallecía el psicólogo y autor Bernabé Tierno. Tenía 75 años y había estado luchando contra un cáncer óseo y una metástasis de pulmón con la entereza y sabiduría que él mismo transmitía en sus obras.
De Bernabé Tierno nos llevamos sus más de 60 libros publicados, además de todas las conferencias y cursos que ha impartido. Por todo lo que me ha aportado a nivel profesional y personal, hoy redacto este artículo en forma de homenaje a uno de los psicólogos más prestigiosos de España.
Recuerdo Karate Mental como uno de los libros que más me han influido y por lo tanto, del que voy a hablar ahora. Cuando lo leí, me sorprendió el darme cuenta de la capacidad que tenemos los seres humanos para controlar nuestra propia mente, y en consecuencia, para controlar nuestras reacciones, nuestras emociones. Nos creemos que estamos a merced de lo externo: de la pareja, de los compañeros del instituto, de la familia, del jefe…y en realidad, somos esclavos de ellos porque nosotros mismos decidimos serlo.
Bernabé nos enseña en esta obra el poder de la inteligencia emocional, y especialmente, el de las palabras para cambiar casi cualquier circunstancia problemática.
Para ello se inspira en la sabiduría y filosofía oriental, transmitiendo que con la prudencia, la paz y la paciencia se consiguen muchas más victorias que con la fuerza o la visceralidad y que es el amor y el positivismo el motor del cambio.
Se ha demostrado científicamente que una palabra tóxica, una mala noticia o un lenguaje negativo pueden producir tanto daño como una agresión física, y al contrario, palabras positivas y tónicas pueden funcionar como un bálsamo. El problema es que en nuestra sociedad, cada vez más, estamos rodeados de gente tóxica, de estrés y dolor, provocado, en su mayoría, por nosotros mismos. Por ello es tan importante convertirse en un karateca mental.
Ser un karateca mental consiste en aprender a ser como una roca, de manera que seamos conscientes de que está en nosotros la llave para que la toxicidad nos afecte o no. Está claro que no podemos controlar los pensamientos ni las acciones de los demás, pero por supuesto que podemos controlarnos a nosotros mismos.
La clave está en desarmar a la persona tóxica, esa persona infantil e inmadura que quiere proyectar en nosotros sus problemas y su amargura. Bernabé nos enseña que tenemos un poderoso antídoto para actuar ante estas personas imposibles: demostrarles que no tienen poder alguno sobre nosotros, que no van a controlar nuestros sentimientos ni nuestra vida.
Si, por ejemplo, mi compañero de trabajo me quiere tocar las narices cada día y yo le demuestro que tiene el poder para hacerlo porque me enfado, me entristezco o me enervo a causa de su comportamiento hacia mí, lo que estoy haciendo es reforzar que vuelva a actuar de la misma forma conmigo, porque le estoy dando lo que quiere: las personas amargadas y tóxicas necesitan que los demás estén también mal.
“El brillo que generas molesta a los que viven en la oscuridad”
Bernabé hace hincapié en la gestión emocional como clave del crecimiento personal. Desde el sosiego, la calma y la paz, se consigue casi todo y es desde el estrés y la impulsividad donde se quiebran los proyectos, las relaciones con los demás y nuestra propia salud mental. Dejemos de autoboicotearnos.
Es, por lo tanto, muy importante aprender a ser emocionalmente inteligentes, abandonar las formas primarias y viscerales que no solucionan nada, si no que causan aún más problemas, y sustituirlas por la empatía, la comprensión y la dulzura. Con la práctica, nada ni nadie tendrá el poder de perturbarte ni de hacerte entrar en cólera. Serás dueño de ti mismo, sin depender de los pensamientos ni las palabras del adversario.
El concepto que debemos tener muy claro es “yo gano-tu ganas”. No se trata de enfrascarse en competiciones imaginarias, ni en vencer a nadie. Consiste en aceptar al otro como una persona válida que tiene sus propias convicciones y creencias y que, aunque no las compartamos, podemos entenderlo y negociar.
Si estamos seguros de nosotros mismos, sabremos reconocer cuando el otro tiene razón, sabremos aceptar que cometemos errores y que esto no es ningún problema pues es el camino al aprendizaje y sabremos abordar cada problema con calma y tranquilidad, sin perder nunca el control. Sorprendentemente, con esta actitud, ganaremos más amor, empatía y comprensión por parte de los demás.
¿Conformismo? Nada de esto. Un buen karateca mental tiene muy claro lo que quiere y desea, es firme en sus convicciones pero también sabe ponerse en el lugar del otro y es suave en las formas. Practica la “ley de lo opuesto”, es decir, ante la furia y la ira del contrario, aplica lo opuesto: un rostro sereno, modales correctos y mirada firme. Nuestra paz interior es tan importante que no podemos perderla por las reacciones de otra persona, ¡no lo podemos permitir!
Si quieres ser un buen karateca mental y no dejarte atormentar por las bravuconadas y reacciones infantiles de otros, te recomiendo que leas este libro y practiques las ideas que en él se exponen. Quizás con esta filosofía te empiece a cambiar la vida como en su día me la cambió a mí.
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