jueves, 19 de noviembre de 2015

Vivir sin arrepentimiento


“No aparques a un kilómetro de tu destino solo porque pienses que no vas a encontrar una plaza libre más cerca. Ve exactamente a donde quieres estar. Si no hay espacio, siempre tendrás la oportunidad de dar media vuelta. En otras palabras: no te des por satisfecho demasiado rápido en tu vida."

“Haz lo que te apasiona, haz lo que realmente te importa. No pongas en práctica el Plan B, el plan de seguridad, hasta que no hayas intentado el Plan A”.

Estas fueron las palabras de Catherine Drew Gilpin Faust en uno de los discursos de graduación de los estudiantes de la Universidad de Harvard. Y la profesora Faust sabe muy bien de lo que habla ya que ha sido la primera mujer en asumir el puesto de rector en esa universidad. En este discurso perfiló su “Teoría de la plaza de aparcamiento libre de la vida”.

Y es que cuando hablamos de decisiones importantes en la vida, esas que marcan nuestro destino, es importante reflexionar y elegir un camino del que no podamos arrepentirnos más tarde, es fundamental plantearnos la meta más ambiciosa y luchar por conseguirla. De esta forma no habrá espacio para frases como “si aquella vez hubiera…” o “qué habría pasado si…”

Eres tus metas y tu camino, no descuides ninguno

Luchar por tus sueños y atreverte a alcanzarlos es la clave para vivir sin arrepentimientos. Sin embargo, también encierra un peligro mortal.

Por ejemplo, imagina que tienes un sueño muy ambicioso y que trabajas sin descanso para alcanzar tus objetivos. Te entregas en cuerpo y alma, día tras día, para alcanzar el añorado éxito. Sin embargo, es probable que cuando llegues a la meta te sientas vacío por dentro, que no consigas la satisfacción que soñabas y, por consiguiente, ello te llevará a preguntarte si realmente has hecho bien, si ha valido la pena tanto sacrificio. En ese preciso instante quizás te cuestiones si no habrías invertido mejor esos años en disfrutar de otros placeres de la vida, en vez de entregarte 100% a tu sueño. 

De hecho, un estudio muy interesante realizado en el University College London demostró sin lugar a dudas algo que probablemente ya sabes: que somos pésimos prediciendo nuestras reacciones emocionales ante las situaciones futuras. En este experimento los psicólogos reclutaron a 47 personas y les dieron £10, que debían compartir como quisieran con un desconocido que se encontraba en otra habitación. Sin embargo, les dijeron que si el extraño rechazaba su oferta, ambos se irían con las manos vacías. A continuación les preguntaron cómo se sentirían si eso ocurriese.

Obviamente, todo estaba preparado para que el desconocido rechazara la oferta y las personas perdieran el dinero porque el objetivo era evaluar la precisión con la que los participantes podían predecir sus emociones ante el rechazo.

Asombrosamente, la mayoría de los participantes se sintieron menos decepcionados de lo que esperaban.

A continuación, estos investigadores reclutaron a 27 estudiantes y les pidieron que predijeran cómo se sentirían si sacaban una nota baja o alta en uno de los exámenes de fin de curso. Los investigadores regresaron después del examen y les preguntaron cómo se sentían. Una vez más, se apreció que habían sobreestimado los sentimientos, tanto los negativos como los positivos.

Estos experimentos nos demuestran que solemos exagerar el impacto emocional de las situaciones, pensando que nos sentiremos mejor o peor. Por eso, después de haber añorado durante mucho tiempo un sueño, cuando finalmente este se cumple, no nos sentimos tan felices como esperábamos. Darnos cuenta de ello puede ser devastador, sobre todo si hemos empleado mucho tiempo en ese proyecto y hemos hecho que muchas de nuestras ilusiones descansen sobre esa meta. 

Por eso, aunque es cierto que debemos apuntar alto, que debemos luchar por nuestros sueños y no darnos por satisfechos, no es menos cierto que debemos aprender a disfrutar el camino. Es importante encontrar un equilibrio porque de lo contrario, corremos el riesgo de llegar vacíos a nuestra meta. 

Esto significa que mientras seguimos el camino hacia nuestros sueños, también debemos aprender a valorar lo que tenemos, aquí y ahora. No se trata de una contradicción, sino de evitar vivir con frustración, a la espera permanente de que los sueños se hagan realidad. 

Esto también significa que debemos ahorrar nuestra energía y esfuerzos. No se trata de encontrar siempre la mejor plaza de aparcamiento, a como dé lugar. En nuestro día a día, podemos deshacernos de esa tendencia obsesiva por lograr la perfección y contentarnos simplemente con una buena plaza, porque buscar continuamente la mejor opción, esa que satisfaga todos nuestros requisitos, no solo nos hace perder un tiempo valioso sino que puede ser muy frustrante.

¿Qué enseñanzas nos deja la teoría de la plaza de aparcamiento libre para la vida?

  • No temas al fracaso o a equivocarte, porque siempre podrás regresar a tu zona de confort. Recuerda que no hay peor arrepentimiento que el de los sueños que dejaste escapar porque no tuviste coraje para atraparlos en su momento.
  • Cuando se trata de grandes sueños, no apuestes inmediatamente por el “Plan B”, atrévete a arriesgar porque solo así sabrás de qué eres capaz. Cuando te obligas a dar un paso más, expandes tu potencial y das lo mejor de ti.
  • Si fracasas, no te avergüences, los errores son humanos y forman parte del aprendizaje. Simplemente acepta la experiencia, no te desanimes y ponte manos a la obra nuevamente para buscar un proyecto más realista y abordable.
  • Mientras persigues tus sueños, recuerda disfrutar el presente, porque es lo único que tienes. No dejes que la promesa del futuro te arrebate la felicidad de la que puedes disfrutar ahora mismo. Mira al futuro con esperanza, no con frustración.


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